Circuito de Navarra
Olor a gasolina, sabor a lactato
Itzalak
Un año atípico requiere de soluciones atípicas. Y una solución atípica es aquella zancada que no pisa el barro de noviembre, sino el asfalto de un circuito de carreras. Carreras de coches me refiero, o motos o cualquier vehículo propulsado por un motor en la mayoría de los casos de gasolina. Pero, ¿no fue esto lo que vimos? Una carrera de bólidos enfurecidos levantando la pintura del piano en cada curva. Recta, curva en subida, recta, curva en subida, recta y meta. Eso fue todo. No hacía falta mucho más. Al final, de lo que se trataba era de correr, disfrutar y competir. Somos felices con poco. Zapatillas y al tren.